Cuando
“nos quedamos embarazados” teníamos muchas dudas, muchísimas, de cosas prácticas y “espirituales”. ¿Lo haremos bien? ¿Seremos buenos padres?
Ahora
que ya tenemos con nosotros a nuestra Amélie… esas mismas preguntas siguen rondando
nuestras cabezas. La culpabilidad nos acecha de continuo. Es como si viniera
anexa con la paternidad. Si tiene un catarro, porque no le abrigaste; si se
despierta, porque hiciste ruido; si llora, porque tardaste en darle de comer…
Pero
lo que está claro es que lo intentamos hacer bien. Los padres queremos
lo mejor para nuestros hijos siempre. Y la intuición es muy importante,
al convertirnos en padres hay un “séptimo sentido” que se desarrolla y que nos
susurra lo que tenemos que hacer. Y al final, siempre es mejor seguir esa
intuición recién desarrollada que te dice lo que es conveniente para ese
pedacito de cielo que tienes entre tus brazos.
Lo
vas a hacer bien…lo haremos bien, o al menos, lo intentaremos.
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