sábado, 7 de mayo de 2016

Súper mamás

Jueves, 4 de la tarde, toca natación, llegamos tarde (¿cuándo no?). Siempre que estamos a la puerta de casa surge cualquier contratiempo que nos retrasa aún más. De camino al polideportivo rememoro la lista de la compra mientras canturreo una canción infantil que mece a mi pequeña y se duerme.

Tras vivir un momento mágico en la piscina llega la realidad del vestuario, ¡y yo solo llevo una niña! Qué locura: secar, vestir, cambiar, recoger, perder, encontrar…

Salimos sanas y ¡secas! Del recinto pero…¡No! ¡Llueve! Saco la burbuja y canto a pleno pulmón porque Amélie odia ese plástico que la separa del mundo exterior.

Corro los últimos metros hasta llegar a casa, nos disponemos a merendar cuando me doy cuenta de que no tenemos comida para mañana. Decido hacer lentejas, para así poder congelar. ¡Menuda idea! Parece que a Amélie le interesan más las lentejas que su papilla de frutas.

Cuando ya empiezo a tener complejo de pulpo (parece que los brazos se me multiplican para agarrar cucharas, baberos, cuchillos y paños de cocina) llega Manu y respiro.

Y ahora me pregunto: ¿Los superpoderes vienen con la maternidad? ¿Cuándo me picó una araña súper poderosa? ¿Tendré ya los suficientes minipuntos para que me concedan una capa?

Las súper mamás existen, están en cada calle de la ciudad, empujando un carrito o llevando a un niño de la mano mientras con la otra agarran boslas de la compra, libros, un móvil, ¡otro niño!

¡Viva las súper mamás!

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